Investigadores estadounidenses han clonado por primera vez una célula humana siguiendo una técnica similar a la que dio lugar a la oveja Dolly y luego han obtenido a partir de ella células embrionarias compatibles con el donante y aptas para ser empleadas terapéuticamente: un hito científico que abre una nueva era de la medicina regenerativa y recupera el sempiterno debate sobre los límites de la clonación. De hecho, los autores del trabajo se apresuraron a comentar que su objetivo ha sido exclusivamente lograr células madre «que puedan regenerar y reemplazar tejidos dañados», sin generar rechazos, y que el experimento se ha detenido a los cinco días.
Los investigadores, de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón (OHSU), en Portland, han presentado los resultados en un artículo publicado por la revista científica Cell. En el estudio, coordinado por Shoukhrat Mitalipov, ha participado la española Nuria Martí Gutiérrez.
La misma universidad acumula gran experiencia en este terreno. En el año 2000, por ejemplo, ya se hizo famosa al ser la primera en clonar un macaco a partir de una célula embrionaria y luego, en el 2007, realizó también con monos un experimento muy similar al que ahora ha efectuado con células humanas.
No se trata de la primera vez que se clona una célula humana, pero todos los intentos anteriores fracasaron muy rápidamente y no superaron las ocho células de desarrollo embrionario, muy por debajo de la fase de blastocisto necesaria para la obtención de células madre útiles con finalidad científica. «Estábamos cerca pero hasta ahora no se había conseguido el último paso», resume David Bueno, profesor de Genética de la Universitat de Barcelona (UB). Los científicos de la OHSU lograron una estructura compleja de unas 150 células, mayor incluso que la que se implanta a las mujeres que siguen tratamientos de fertilidad.
Los investigadores de Oregón realizaron exactamente una transferencia nuclear de células somáticas (SCNT, según sus siglas en inglés), el mismo proceso que en 1996 concluyó con el nacimiento de la oveja Dolly, el primer mamífero clónico. En una SCNT, el núcleo de una célula adulta de una persona -en este caso procedía de la piel de un varón- se transfiere al interior de un ovocito (óvulo) de una mujer donante al que previamente se le ha extirpado el núcleo. Luego se le aplica una pequeña descarga eléctrica. El proceso provoca que la célula resultante, con un ADN idéntico al de la célula del varón, empiece a dividirse como si se tratara de una auténtica fecundación.
Cell destaca que «hasta ahora» no se tenía claro cuáles eran «los factores necesarios para incentivar el desarrollo embrionario». Y parece ser que uno determinante ha sido la solución líquida, enriquecida con cafeína, donde se mantuvo el óvulo fecundado en sus primeras fases. La cafeína inhibe unas enzimas que entorpecían el proceso de división celular.
Las células obtenidas «se parecían a las derivadas de embriones fertilizados, no tenían anomalías cromosómicas y eran capaces de convertirse en nuevos tipos de células especializadas», comenta Mitalipov. Con el paso de los días se obtuvieron, entre otras, células nerviosas, hepáticas y cardíacas. El trabajo abre nuevas vías para el uso de células madre que «ayuden al desarrollo de terapias personalizadas» en enfermedades como la esclerosis múltiple, las dolencias cardíacas y neurodegenerativas y las lesiones de la médula espinal, entre otras. «Podrían sanar enfermedades que afectan a millones de personas», insiste Mitalipov.
Los investigadores, de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón (OHSU), en Portland, han presentado los resultados en un artículo publicado por la revista científica Cell. En el estudio, coordinado por Shoukhrat Mitalipov, ha participado la española Nuria Martí Gutiérrez.
La misma universidad acumula gran experiencia en este terreno. En el año 2000, por ejemplo, ya se hizo famosa al ser la primera en clonar un macaco a partir de una célula embrionaria y luego, en el 2007, realizó también con monos un experimento muy similar al que ahora ha efectuado con células humanas.
No se trata de la primera vez que se clona una célula humana, pero todos los intentos anteriores fracasaron muy rápidamente y no superaron las ocho células de desarrollo embrionario, muy por debajo de la fase de blastocisto necesaria para la obtención de células madre útiles con finalidad científica. «Estábamos cerca pero hasta ahora no se había conseguido el último paso», resume David Bueno, profesor de Genética de la Universitat de Barcelona (UB). Los científicos de la OHSU lograron una estructura compleja de unas 150 células, mayor incluso que la que se implanta a las mujeres que siguen tratamientos de fertilidad.
Los investigadores de Oregón realizaron exactamente una transferencia nuclear de células somáticas (SCNT, según sus siglas en inglés), el mismo proceso que en 1996 concluyó con el nacimiento de la oveja Dolly, el primer mamífero clónico. En una SCNT, el núcleo de una célula adulta de una persona -en este caso procedía de la piel de un varón- se transfiere al interior de un ovocito (óvulo) de una mujer donante al que previamente se le ha extirpado el núcleo. Luego se le aplica una pequeña descarga eléctrica. El proceso provoca que la célula resultante, con un ADN idéntico al de la célula del varón, empiece a dividirse como si se tratara de una auténtica fecundación.
Cell destaca que «hasta ahora» no se tenía claro cuáles eran «los factores necesarios para incentivar el desarrollo embrionario». Y parece ser que uno determinante ha sido la solución líquida, enriquecida con cafeína, donde se mantuvo el óvulo fecundado en sus primeras fases. La cafeína inhibe unas enzimas que entorpecían el proceso de división celular.
Las células obtenidas «se parecían a las derivadas de embriones fertilizados, no tenían anomalías cromosómicas y eran capaces de convertirse en nuevos tipos de células especializadas», comenta Mitalipov. Con el paso de los días se obtuvieron, entre otras, células nerviosas, hepáticas y cardíacas. El trabajo abre nuevas vías para el uso de células madre que «ayuden al desarrollo de terapias personalizadas» en enfermedades como la esclerosis múltiple, las dolencias cardíacas y neurodegenerativas y las lesiones de la médula espinal, entre otras. «Podrían sanar enfermedades que afectan a millones de personas», insiste Mitalipov.
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